Un momento decisivo en la historia de Europa

La UE está bien situada para trazar un camino progresivo a través de las crisis causadas por la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania, escriben Pedro Sánchez, Sanna Marin y Lars Klingbeil.

Pedro Sánchez es el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y presidente del Gobierno de España; Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, es también la líder del Partido Socialdemócrata Finlandés (SDP); Lars Klingbeil es el colíder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).

Pandemia de coronavirus, incertidumbre económica, guerra de Rusia contra Ucrania, crisis energética: Europa se enfrenta en la actualidad a una serie de retos y convulsiones epocales. Los desafíos globales, como el cambio climático, exigen una acción global y necesitan un liderazgo para afrontarlos.

Sin embargo, los regímenes autoritarios no sólo pretenden deshacer el orden multilateral, sino que también buscan socavar la democracia y nuestros valores comunes a nivel mundial. Es evidente lo que nuestros ciudadanos necesitan y en lo que deben poder confiar: una Europa fuerte.

La Unión Europea se fundó con el objetivo de hacer imposible que volviera a haber una guerra en nuestro continente. Para ello, también podríamos contar con nuestros socios de confianza y cercanos al otro lado del Atlántico.

La amistad y la cooperación debían sustituir al conflicto armado y a la discordia. La Unión Europea es el proyecto de paz más exitoso de la larga y sangrienta historia de Europa. Es nuestra responsabilidad política hacer todo lo posible para que siga siéndolo.

La guerra ilegal de agresión de Vladimir Putin contra Ucrania, que viola el derecho internacional, ha sacudido el orden de seguridad europeo hasta su núcleo.

La guerra es un ataque a la paz y la seguridad internacionales, a nuestros valores europeos, a nuestra democracia y a nuestro modo de vida. Putin quiere destruir Ucrania y dividir Europa. También está compitiendo por el apoyo de nuestros socios en África, Asia y América del Sur para su guerra ilegal, que en realidad equivale a un imperialismo brutal.

Sin embargo, ha cometido un grave error de cálculo.

Los ucranianos están defendiendo su país heroicamente, también gracias al amplio apoyo de Europa. Seguiremos apoyando a Ucrania mientras lo necesite.

Ahora, la Unión Europea es más fuerte y está más unida que desde hace mucho tiempo. La unidad con la que ha impuesto amplias sanciones a Rusia y la rapidez de las medidas adoptadas no tienen precedentes.

El orden de seguridad en Europa ha cambiado irremediablemente, y por eso Finlandia y Suecia han tomado la decisión correcta al solicitar su ingreso en la OTAN. Estamos convencidos de que nuestra propia fuerza es la garantía para asegurar la paz en Europa.

Esto también puede verse como un mandato para reforzar significativamente el pilar europeo de la OTAN en los próximos años, así como para intensificar la investigación y el desarrollo europeos en el sector de la defensa.

Por otra parte, esta guerra supone un reto para la estabilidad y la cohesión social en toda Europa. El objetivo de Putin es dividir a Europa, fortalecer a los grupos populistas y extremistas y asolar la democracia que tanto desprecia. Sin embargo, no logrará este objetivo.

Durante la pandemia de coronavirus, ya demostramos que Europa es capaz de garantizar la estabilidad social de sus ciudadanos. Fue gracias al liderazgo de los socialdemócratas europeos, que se aseguraron de que superáramos la crisis tan bien como lo hicimos.

Con nuestra financiación a escala europea de los programas de trabajo a corto plazo, protegimos a las empresas de la insolvencia y evitamos el declive social de los individuos. Al mismo tiempo, con la UE de nueva generación, nos aseguramos de que la recuperación de Europa de la pandemia se reforzara mediante inversiones en protección del clima, innovación y digitalización.

Los próximos años supondrán un reto que solo podremos dominar juntos a nivel europeo. Observamos con preocupación cómo los populistas de derecha y las fuerzas de extrema derecha han llegado al poder, jugando con el abandono de la vía común europea o, al menos, poniendo en peligro su éxito.

Nosotros, los socialdemócratas, adoptamos un enfoque diferente. Creemos que el camino hacia un futuro europeo brillante pasa por la cooperación europea, por encontrar un terreno común y lograr compromisos más allá de las fronteras, incluso cuando no es fácil.

Una respuesta europea decidida, coordinada y solidaria es esencial para limitar la propagación de la crisis. Debemos ser firmes en nuestro compromiso de apoyar a los ucranianos, al tiempo que identificamos y mitigamos los efectos sociales y económicos de la cruel guerra dentro de la Unión Europea.

Tenemos que actuar para estabilizar los mercados energéticos. Debemos cambiar las reglas del mercado energético de forma que se reduzcan efectivamente los precios de la energía. Una claveherramienta para conseguirlo es un marco europeo que permita el despojo de los beneficios inesperados en el sector energético.

Nadie debe temer por su sustento a causa de la crisis y nadie debe obtener beneficios récord como consecuencia de la situación sin precedentes de los mercados energéticos.

Una Europa soberana debe ser independiente de las importaciones de energía procedentes de dictaduras y autocracias.

Queremos hacer todo lo posible para impulsar la rápida expansión de las energías renovables en toda Europa, para ampliar las redes europeas y las capacidades de almacenamiento y para dar rienda suelta a la innovación mediante la promoción de tecnologías respetuosas con el clima. A largo plazo, esta es la manera de crear empleos de calidad, una economía fuerte y un futuro más limpio en Europa.

Nuestra ambición es convertir a Europa en el primer continente neutro desde el punto de vista climático, convirtiéndose en un modelo a seguir y en un socio atractivo para los demás, protegiendo al mismo tiempo a los más vulnerables y garantizando una transición justa para todos. En resumen, nuestro objetivo como socialdemócratas también a través de la crisis actual es avanzar en una Europa más verde, social y feminista.

Europa sigue siendo un centro político atractivo y un socio en un mundo cambiante. Debemos asumir este papel y Europa debe considerarse un actor geopolítico serio. Esto significa también que una Europa pacífica, libre y progresista debe estar dispuesta a admitir nuevos Estados miembros.

Acogemos con satisfacción la decisión de ofrecer a Ucrania y Moldavia la perspectiva de adhesión a la UE, ofrecemos a Georgia una perspectiva europea, y apoyamos plenamente la adhesión a la UE de nuestros socios de los Balcanes Occidentales cuando cumplan todos los criterios pertinentes. Acompañaremos políticamente este proceso y lo impulsaremos.

Sin embargo, una unión ampliada también tendría que ser capaz de actuar con asertividad. La fuerza de Europa depende de su capacidad de actuar y de tomar decisiones, que se vería reforzada por el aumento de la mayoría cualificada, por ejemplo, en la política exterior y de seguridad común de Europa.

Y también implica garantizar la existencia de mecanismos sólidos para defender la democracia y el Estado de Derecho en Europa, así como para luchar contra la corrupción.

Todo el mundo debe estar dispuesto a ceder y a aceptar para alcanzar estos objetivos. El compromiso para avanzar siempre ha sido la mayor fortaleza de Europa. Como socialdemócratas, aportaremos nuestra contribución a estos esfuerzos.