A menos de dos meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, el panorama político se inclina claramente hacia la derecha, sin que ningún candidato de izquierdas parezca tener posibilidades.
La victoria del actual presidente, Emmanuel Macron, que aún no ha anunciado formalmente su candidatura, parece algo probable porque la derecha parece ser experta en sabotear su propia campaña.
Incluso en su campo, Valérie Pécresse, la candidata más viable de la derecha, ha sido criticada por no ser una oradora competente.
Aparte de esto, la crítica más dura que se le hace a la candidata más seria del partido de la derecha tradicional, liberal, republicana y europea, es que retomó ideas tradicionalmente circunscritas a la derecha más radical, de la que no forma parte, como demuestra su historia.
Cuando la derecha tradicional coquetea con la extrema derecha
En materia económica, Pécresse se ajusta bastante bien a la línea de su campo y del centro-derecha europeo: esencialmente liberal y atenta al gasto público.
Aunque no sea «nada nuevo bajo el sol», se agradece la coherencia.
Desde el inicio de su campaña electoral, Pécresse ha desarrollado nuevas posiciones que contradicen su pasado y la familia política que representa.
Por ejemplo, cuando habla de la «la inmigración desbordante que conduce a la creación de zonas de no-francia» o sobre la celebración de un referéndum sobre «inmigración, seguridad y laicidad».
Estas posiciones también contradicen Jacques Chirac, que advirtió al pueblo francés al final de su mandato en 2007: «Nunca hay que tratar con el extremismo, el racismo, el antisemitismo o el rechazo del otro».
El clímax del movimiento tan derechista de Pécresse se produjo en un mitin en París el domingo, donde se refirió explícitamente a la teoría del «gran reemplazo», una referencia a la amenaza de que una población no europea, en su mayoría musulmana, en rápido crecimiento, sustituya a los europeos blancos.
Sin embargo, decir que no está «resignada al gran reemplazo» es admitir la existencia de esta teoría de la conspiración, o su posibilidad, mientras que antes era una prerrogativa de la extrema derecha y rara vez se mencionaba en voz alta.
Lo peor de todo es que ella no cree realmente en el «gran reemplazo»: Dejar caer esta palabra en su discurso se hizo a propósito y fue una maniobra electoral. Una maniobra probablemente influenciada por la línea muy derechista de Éric Ciotti dentro del partido – que Pécresse dejó en 2019 (antes de volver) porque… lo juzgaba demasiado de derechas.
En el mismo tono, Pécresse afirmó que ella prefiere «hacer franceses de corazón y no franceses de papel».
Así, adoptó la expresión «franceses de papel» utilizada en particular por el ex candidato de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, que hizo esta distinción en relación con los jóvenes franceses de origen argelino. Históricamente, el término fue acuñado por los antisemitas, que lo utilizaban para referirse a los judíos nacionalizados.
La fuga de votantes hacia Macron y Zemmour
De este modo, en lugar de dictar los temas y el programa electoral, Pécresse cede a los del fogoso candidato antiinmigración Eric Zemmour.
El partido de la derecha tradicional se regodea en el radicalismo con la esperanza de recuperar un electorado parcialmente perdido. Sin embargo, se arriesga sobre todo a estrellarse contra el muro del ridículo, haciendo que los moderados huyan al campo de Macron y empujando a los radicales, que siempre preferirán el original a la copia, a los brazos de Zemmour.
La guinda del pastel es que su campo no la ayudará.
Las deserciones se multiplican, sobre todo a favor del bando de Macron, al que se han sumado pesos pesados de la derecha nacional y local, no sólo en los últimos días sino desde el inicio de su mandato.
El ejemplo más reciente es el de Natacha Bouchart, alcaldesa de Calais, ciudad emblemática de los problemas de la inmigración, y Éric Woerth, tenor de la derecha, que describe a Macron como «un gran presidente» en los últimos dos años.
Por no hablar de las críticas internas sobre el hecho de que el deseado apoyo del ex presidente Nicolas Sarkozy a Pécresse aún no se ha materializado, lo que empieza a irritar a muchos en el partido Républicains.
Los Républicains son, pues, víctimas de una OPA de la extrema derecha y del centro, y si siguen en esta línea demasiado derechista, se dirigirán directamente a una explosión y se dispersarán entre los dos bloques que mantienenen un vicio.
A no ser que Pécresse consiga invertir la tendencia, capitalizar el centro y quizás ganar las elecciones presidenciales, lo que todavía puede hacer demostrando que es mejor dirigiendo el país que haciendo discursos, como le gusta decir.
Y esto podría poner de nuevo en juego la opción de un gobierno liberal y republicano.
La redada
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El programa de viajes para jóvenes DiscoverEU se ampliará este año, con 10.000 billetes de tren adicionales disponibles para los jóvenes de un conjunto ampliado de países.
Esté atento a…
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