La persistencia del bloqueo hace que las elecciones presidenciales en Italia vuelvan a ser un punto de partida

Uno a uno, todos los nombres de la carrera presidencial italiana que se susurran en los pasillos del poder de Roma se han ido desvaneciendo. El estancamiento mantiene viva la opción del statu quo de reelegir a Sergio Mattarella o de trasladar a Mario Draghi del Ejecutivo al Palacio del Quirinal.

Los legisladores italianos y los delegados de las administraciones regionales reunidos en Roma están aún lejos de elegir al sucesor de Sergio Mattarella como presidente de Italia.

En la cuarta sesión de votación -la primera con una mayoría rebajada de 505 votos- se han registrado 441 abstenciones, 261 votos en blanco y 166 votos a favor de Mattarella, que ha descartado un segundo mandato.

Pero el juego real está ocurriendo fuera de las urnas en la Cámara de Diputados, ya que los líderes de los partidos están inmersos en un agitado ir y venir sobre los posibles candidatos.

La coalición de centro-derecha -representada por el partido Lega de Matteo Salvini (grupo ID), Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni (ECR) y Forza Italia de Silvio Berlusconi (EPP)- está tomando la iniciativa, ya que puede contar con más votos en la asamblea electiva.

Según la agencia de información política italiana Pagella Politica, la coalición de centro-derecha cuenta con 452 votos, mientras que los partidos de centro-izquierda con el Movimiento Cinco Estrellas tienen 413.

Sin embargo, los líderes del centro-derecha siguen luchando por encontrar un candidato único para presentar al frente de centro-izquierda y otra reunión nocturna el jueves (27 de enero) no dio ningún resultado.

El conflicto interno en la coalición de centro-derecha se agrava porque, mientras Lega y FI se unen al gobierno con el centro-izquierda, el Fratelli d’Italia de Meloni es el único partido de la oposición en el país.

Esta mañana (28 de enero), a las 9, Matteo Salvini, en nombre de la coalición de centro-derecha, comunicará el nombre que votarán en la quinta sesión de votación, una maniobra táctica para comprobar la fidelidad de su tropa parlamentaria, ya que la elección se realiza mediante voto secreto.

Se espera que Salvini proponga al presidente del Senado, Casellati, como nombre insignia de la coalición. Esta opción ya provocó una dura reacción por parte del líder del Partido Democrático de centro-izquierda, Enrico Letta.

«Proponer la candidatura del segundo mayor cargo del Estado junto a la oposición y sin sus aliados en el Gobierno sería algo nunca visto en la historia», dijo en un tuit el miércoles (26 de enero), insinuando que el Gobierno podría caer en esa eventualidad.

Los candidatos están «quemados

En las últimas 48 horas, no se ha producido un verdadero diálogo entre la coalición de centro-derecha y el frente de centro-izquierda, ya que todos los nombres de los candidatos que han circulado han sido descartados o han recibido reacciones tibias.

El centro-derecha presentó el martes (25 de enero) sus tres candidatos oficiales: la ex ministra de Educación Letizia Moratti, el ex magistrado Carlo Nordio y el ex presidente de la Cámara de Diputados Marcello Pera.

Como era de esperar, el otro bando no ha aceptado estos nombres por considerarlos poco fuertes para ser presidente.

Ayer (27 de enero), los nuevos nombres sobre la mesa fueron los del político centrista y ex presidente de la Cámara de Diputados Pier Ferdinando Casini y el profesor de 86 años y ex juez del Tribunal Constitucional Sabino Cassese.

Estos nombres también fueron «quemados» por la tarde, junto con el actual y el anterior jefe del servicio secreto, Elisabetta Belloni y Giampiero Massolo.

Durante días, la coalición de centro-derecha insistió en la narrativa de que guardaban sus mejores cartas en secreto para jugarlas en el momento adecuado y acabar con la confrontación política.

Muchos pensaron que Franco Frattini, ex ministro de Asuntos Exteriores y actual presidente del Consejo de Estado, podría haber sido una de esas cartas y, de hecho, su nombre fue propuesto por Salvini ayer por la tarde (27 de enero)

Sin embargo, su candidatura fue recibida por Enrico Letta, del PD, como una provocación después de que la prensa italiana señalara sus posturas pro-rusas cuando era ministro.

Volver al punto de partida

Las negociaciones vuelven ahora al punto de partida, con los dos escenarios iniciales que parecen más probables a menos que se logre un acuerdo entre partidos.

Uno ve la reelección de Sergio Mattarella, el actual jefe de Estado, que ya ha expresado su deseo de no ser reelegido y retirarse a la vida privada.

Este escenario replicará lo que ya ocurrió en 2013, con la reelección temporal de Giorgio Napolitano, que dimitió después de dos años, consagrando una vez más un fracaso del sistema político.

La otra opción veel complicado escenario de trasladar al Palacio del Quirinal a Mario Draghi, actual primer ministro de Italia y ex presidente del Banco Central Europeo. Esta eventualidad podría desencadenar unas elecciones anticipadas.

Independientemente de cómo termine, la divisiva elección presidencial afectará significativamente al gobierno de Draghi, ya que los partidos gobernantes parecen ahora extremadamente divididos.