La UE necesita invertir para salir de la crisis energética

El gasto de los gobiernos europeos para proteger a hogares y empresas de los altos precios de los combustibles fósiles aumenta la dependencia de Europa de éstos. La Unión Europea puede intervenir con préstamos para apoyar un gran programa de inversión en la transición energética, escribe William Todts.

William Todts es director ejecutivo de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E).

Los gobiernos de la UE han gastado 674.000 millones de euros hasta la fecha para proteger a hogares y empresas de los elevados costes del petróleo, el gas y otros combustibles fósiles. Esta intervención sin precedentes mantiene calientes a los ciudadanos, pero también los mantiene enganchados a los mismos combustibles fósiles que provocaron la crisis energética.

Echando leña al fuego

En una economía de mercado, los precios altos (reales o artificiales, como OPEP recientemente) son una expresión de escasez. La única forma de bajar estructuralmente los precios es alterar el equilibrio entre la oferta y la demanda. En ese contexto, gastar 674.000 millones de euros para apoyar la demanda en realidad agrava el problema.

Por ejemplo, los 35.000 millones de euros de Europa de impuestos sobre el combustible hizo muy poco para aliviar el dolor en el surtidor. En cambio, ayudó a a los productores de petróleo como Rusia a ganar más dinero. Algunos países, como Alemania, han aprendido esta lección y han puesto fin a los recortes de impuestos sobre el combustible[1].

La cosa empeora si imaginamos lo que podríamos hacer con 35.000 millones de euros. Según los cálculos de nuestros amigos de la campaña Ciudades Limpias en mayo de 2022, con sólo 16.000 millones de euros se pagaría el IVA de 200 millones de bicicletas; 300 millones de abonos gratuitos de transporte público, o miles de vehículos eléctricos compartidos.

El mismo principio se aplica a toda la economía. Una gran parte de los 674.000 millones de euros -el doble que la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense- debería haberse utilizado para renovar millones de viviendas, equipando a la gente con paneles solares, bombas de calor y aislamiento.

Un problema de capital

Eso es exactamente lo que hacen los europeos ricos. Sin embargo, la inmensa mayoría de los europeos no dispone de las decenas de miles de euros necesarias para invertir en una bomba de calor, un coche eléctrico y ventanas nuevas. El problema para las empresas es distinto -tienen dinero, pero prefieren deslocalizar la producción-, pero la solución es similar: inversión masiva en energía limpia y asequible y en fabricación de tecnología limpia.

Tanto los hogares como las empresas necesitan apoyo público. Y aquí está el problema: los déficits públicos se han disparado durante el COVID y siguen siendo elevados. Si a esto se añaden unos tipos de interés más altos y una recesión en ciernes, resulta evidente que la mayoría de los gobiernos, especialmente aquellos con una elevada relación deuda/PIB, no tendrán margen para grandes programas de inversión.

¿La UE al rescate?

Hay un actor que puede obtener préstamos relativamente baratos y que tiene la visión a largo plazo y el enfoque necesarios para llevar a cabo un gran programa de inversión en la transición energética: la Unión Europea.

El Fondo de Recuperación COVID de la UE (NextGenerationEU), dotado con 700.000 millones de euros, es el programa de inversión más importante del continente. Por desgracia, sólo una parte del NextGen se destinó a «ecologismo» y muchos de los proyectos supuestamente verdes del NextGen no dan en el clavo.

Por ejemplo, un tren de alta velocidad de 22.000 millones de euros entre Salerno y Reggio di Calabria no es una prioridad ahora mismo. Necesitamos que nuestros mejores ingenieros y trabajadores apliquen su brillantez a nuestros mayores problemas, no a nuevas carreteras ni a proyectos ferroviarios de elefante blanco.

Sí, la Comisión debería revisar los planes de gasto de NextGen, pero reorganizar los fondos existentes no es suficiente dada la magnitud del reto. Se necesitan enormes cantidades de fondos adicionales para invertir y salir de esta crisis.

NextGenerationEU rompió el tabú sobre el endeudamiento de la UE. La Ley de Reducción de la Inflación estadounidense está haciendo lo mismo con los tabúes de la política industrial. Con las inversiones adecuadas, podemos asegurarnos de que ésta sea la última crisis energética del continente.

Notas

[1] Países que han puesto fin a los recortes del impuesto especial sobre el combustible: Chequia, Alemania, Grecia, Luxemburgo y Eslovenia. Países que han seguido reduciendo los impuestos especiales sobre los carburantes: Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, España, Francia, Irlanda, Italia, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal y Suecia. Países que no han recortado el impuesto especial sobre el combustible: Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Rumanía.