La debacle de los tories debería servir de ejemplo para los partidos de derecha europeos

La caída de los conservadores británicos demuestra que los gobiernos no deberían adoptar recortes fiscales sin financiación, ni emular a los populistas para atraer a sus seguidores, escribe Carla Subirana Artús.

Carla Subirana Artús es economista en Oxford Economics. Escribe a título personal.

La gente de todo el mundo ha observado con perplejidad y consternación la debacle política y económica de Gran Bretaña durante el último mes.

Después de sólo 44 días en el cargo, Liz Truss se vio obligada a dimitir cuando su plan para impulsar el crecimiento económico mediante recortes fiscales sin financiación fracasó. Sin embargo, el catastrófico mandato de Truss debería servir de ejemplo para los partidos de derechas de toda Europa por dos razones.

En primer lugar, la caída de la primera ministra británica sirve como advertencia del peligro político que les espera a quienes piensan abandonar la disciplina fiscal. El recién elegido gobierno italiano parece estar peligrosamente cerca de cometer el mismo error, ya que el programa económico de Giorgia Meloni, apuntalado por recortes fiscales para impulsar el crecimiento, se parece mucho al presentado por Liz Truss.

Meloni, de los Hermanos de Italia de extrema derecha, juró su cargo como primera ministra el pasado viernes, con un gobierno respaldado por sus socios de coalición: La Liga de Matteo Salvini y Forza Italia del ex primer ministro Silvio Berlusconi. Los recortes fiscales para las familias y las empresas, incluida la reducción de los impuestos sobre la energía, son el núcleo de las promesas electorales de Meloni, mientras que Salvini es partidario de ampliar el déficit y ha impulsado la ampliación del régimen de tarifa plana para los autónomos.

Los políticos españoles también tienen planes preocupantemente similares. Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP) de centro-derecha, que abrazó con entusiasmo la agenda de reducción de impuestos de Truss, ha prometido que si gana las próximas elecciones generales de 2023 introducirá una reducción del impuesto sobre la renta de las personas físicas.

No hay que preocuparse por la sostenibilidad fiscal porque el plan impulsará el crecimiento y, por tanto, la recaudación fiscal, dijo José María Aznar, un peso pesado del partido. ¿Le suena?

Con la deuda pública de Italia y España en relación con el PIB casi duplicando la de Gran Bretaña, y con ambos países abocados a la recesión el año que viene según el FMI, un mayor déficit probablemente espantaría a los inversores y elevaría el rendimiento de los bonos y los tipos de interés. En última instancia, también podría tener graves consecuencias para la eurozona.

En una clara advertencia al recién elegido gobierno italiano, Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), dijo que el banco central no utilizaría su plan de compra de bonos de emergencia para rescatar a los países que cometan “errores de política”.

Una segunda lección que los partidos de centro-derecha de toda Europa podrían aprender de los conservadores británicos es que emular el populismo para atraer a los partidarios rara vez termina bien para los moderados. Los tories se están desgarrando a sí mismos desde que expulsaron al populista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), contrario a la UE, al abrazar el Brexit, su política estrella.

En toda Europa, los partidos populistas como el UKIP están desafiando a los políticos moderados. Los conservadores franceses han luchado contra el ascenso del partido de extrema derecha Rassemblement National de Marine Le Pen: Les Républicains tuvieron unos resultados pésimos en las elecciones presidenciales de abril y perdieron casi la mitad de sus escaños en la Asamblea Nacional en junio. Valérie Pécresse, que lideró el partido en las elecciones, se jactó en los mítines de campaña de la necesidad de “frenar la inmigración descontrolada”, y denunció a Emmanuel Macron por permitir que los atletas compitan llevando el pañuelo musulmán.

Al adoptar un tono nacionalista, alienó a los votantes moderados, mientras que los de la derecha del partido fueron cazados por las políticas más duras de Le Pen en materia de inmigración y orden público. Cada vez está más claro que si Les Républicains no consiguen reconstruir un centro derecha creíble, existe el riesgo de que Le Pen gane el poder en las próximas elecciones.

Acomodarse al populismo también genera fricciones con los sectores centristas del partido, proyectando una imagen de fragmentación y debilidad. El partido tory se ha desgarrado con la desunión: por un lado, los centristas tories, con Rishi Sunak como líder, piden disciplina fiscal, mientras que la derecha del partido, liderada por Suella Braverman, quiere deshacerse de la “ecología” y la “wokería”, y habla de “sueños” de ver vuelos de solicitantes de asilo enviados a Ruanda.

A medida que se acercan las elecciones en España, surgen fricciones similares dentro del PP. El año pasado, Pablo Casado, ex líder del PP, se enfrentó a Isabel Díaz Ayuso, la jefa del gobierno regional de Madrid, debido aacusaciones de sobornos por contratos públicos y finalmente dimitió.

La ruptura se debió a un antiguo desacuerdo sobre cómo tratar con Vox, un nuevo partido de extrema derecha: Casado insistió en que su partido no entraría en una coalición con Vox, mientras que Díaz Ayuso estaría a favor de tal acuerdo. La división muestra la debilidad del PP en su lucha por retener a los votantes atraídos por el mensaje populista de Vox. Núñez Feijóo, el nuevo líder del partido, pertenece al centro-derecha moderado y proeuropeo, pero su política centrista se pondrá a prueba por la necesidad de pactar con Vox.

Feijóo ha prometido que no entrará en una coalición con Vox a nivel nacional, pero en febrero Vox entró por primera vez en un gobierno regional al convertirse en socio menor en una coalición con el PP en Castilla y León. Además, si su partido no consigue la mayoría en las elecciones de 2023, pero podría hacerlo con el apoyo de Vox, lo más probable es que la estrategia de Feijóo sea crear un gobierno de coalición e intentar contener a la derecha dura mientras gobierna de forma pragmática.

Sin embargo, los ejemplos de Gran Bretaña y Francia deberían servir de advertencia para el PP. Al moverse hacia la derecha, los moderados legitiman a los partidos extremos, empujándolos hacia posiciones más extremas en una guerra de ofertas que no pueden ganar, como en Francia. A su vez, el ejemplo de Gran Bretaña nos muestra que si los conservadores consiguen vencer a sus nuevos rivales, esto crea divisiones irreconciliables dentro del partido.