La ONU advierte de la necesidad de un nuevo plan de alivio de 150.000 millones de dólares para evitar la crisis de la deuda

La comunidad internacional debe acordar rápidamente un nuevo programa de alivio de la deuda por valor de 148.000 millones de dólares para 2029 a fin de evitar una nueva crisis de la deuda, según ha argumentado Naciones Unidas antes de una cumbre clave del G20 sobre finanzas internacionales.

Un nuevo conjunto de propuestas presentadas el miércoles 22 de febrero por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) aboga por un plan de alivio de la deuda basado en un recorte del 30% de la deuda soberana de 52 países entre 2021 y 2029.

Sin estas medidas, más países se enfrentarán a problemas de deuda e impagos y será imposible para muchos Estados invertir en proyectos para mitigar el cambio climático y la pobreza y su transición hacia energías limpias.

El plan del PNUD, «Building Blocks Out of The Crisis», identifica 52 economías en desarrollo de renta baja y media en dificultades de endeudamiento o en alto riesgo de dificultades de endeudamiento antes de la reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales del G20 de esta semana en Bangalore, donde la reforma de las instituciones financieras internacionales y de la deuda de los países en desarrollo ocupará un lugar destacado en la agenda.

«Estamos cada vez más convencidos de que tenemos que abordar urgentemente el tema de la deuda», afirmó Achim Steiner, Administrador del PNUDcomparando la situación con la iniciativa de los Países Pobres Muy Endeudados de finales de los 90, que condonó unos 76.000 millones de dólares de deuda a muchos de los países más pobres del mundo.

«Si una economía en desarrollo se endeuda a un tipo de interés del 12 o el 14% y paga más del 20% de sus ingresos en el servicio de la deuda cada año, sencillamente no hay margen para financiar el progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible o los compromisos del Acuerdo de París», argumentó George Gray Molina, Economista Jefe del PNUD.

«Si el mundo en desarrollo se queda fuera de los mercados de deuda, esto tendrá un efecto a largo plazo en la recuperación económica», añadió.

Veinticinco gobiernos de economías en desarrollo tienen actualmente pagos del servicio de la deuda externa que ascienden a más del 20% de sus ingresos totales, el mayor número de países en más de 20 años.

Tras la dimisión del presidente del Banco Mundial, David Malpass, la semana pasada, existe una creciente presión, impulsada por la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, y otros líderes, para que se lleve a cabo una ambiciosa reforma del sistema financiero internacional, cuyo núcleo son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con el fin de promover una mayor financiación para el clima.

Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha organizado una cumbre sobre el sistema financiero internacional prevista para junio.

Aunque la carga de la deuda de los países en cuestión es, por término medio, inferior a la de Europa -la deuda media de los 23 Estados del África subsahariana incluidos en el plan del PNUD es del 82%, frente al 85% de la UE-27-, se enfrentan a tipos de interés mucho más elevados que limitan gravemente el acceso al crédito e imposibilitan la financiación de programas de estímulo de la magnitud de los 16 billones de dólares de medidas de estímulo ofrecidos por los países ricos para responder al COVID-19 y a los elevados precios de la energía.

Mientras tanto, en un intento por combatir el aumento de los diferenciales de los bonos, el PNUD propone que los 52 estados, la mayoría de los cuales son estados africanos, caribeños o del Pacífico, puedan refinanciar el 40% de sus bonos gubernamentales a tipos más bajos.

Aunque el G20 estableció un programa de suspensión de la deuda y dispone ahora de un «marco común» sobre la reestructuración de la deuda, Chad es el único país que ha obtenido con éxito alguna reestructuración de la deuda a través del G20.

«Estamos intentando hacer frente a la creciente parálisis que hemos observado en la financiación internacional durante los últimos uno o dos años», afirmó Steiner.

«Si no resolvemos el antiguo problema de la deuda, no podremos generar la inversión masiva que necesitamos», añadió.