La legislación de la UE sobre sistemas alimentarios se apoyará en el etiquetado ecológico y la contratación pública

Los requisitos obligatorios para una contratación pública sostenible y un sistema voluntario armonizado de etiquetado de sostenibilidad se han clasificado entre las iniciativas políticas preferidas en el marco de la UE para una ley de sistemas alimentarios sostenibles (FSFS), según una evaluación de impacto filtrada.

El informe de la evaluación de impacto, visto por EURACTIV, llega antes de la propuesta de la UE sobre la ley FSFS, que se espera para el tercer trimestre de este año.

En él se evalúan los posibles medios para aplicar el ambicioso objetivo de la ley FSFS de integrar la sostenibilidad en todas las políticas relacionadas con la alimentación, como parte de los esfuerzos para lograr la neutralidad climática en 2050.

Dos de los principales focos concretos de la evaluación son la contratación pública sostenible y el etiquetado de sostenibilidad.

Sobre este último, la evaluación sostiene que el etiquetado de sostenibilidad «incentivará a los operadores empresariales a ir más allá de los requisitos mínimos de sostenibilidad con el fin de subir en la escala de clasificación/puntuación de la etiqueta de sostenibilidad armonizada y/o beneficiarse de las posibles primas de precios para los productos más sostenibles».

Aunque la evaluación sitúa tanto el etiquetado de sostenibilidad armonizado obligatorio como el voluntario entre las opciones mejor valoradas, el voluntario se perfila como la opción preferida dados los costes asociados.

La evaluación de impacto calcula que el coste social del etiquetado de sostenibilidad obligatorio ascendería a 20,667 millones de euros, mientras que el voluntario costaría 9,713 millones de euros.

Sin embargo, señala que «se espera una aceptación significativa de una etiqueta de sostenibilidad armonizada…». […] debido al probable interés de muchos [food business operators] en utilizarla».

Y, dado que la obligación de colocarla en todos los productos en los que se hagan alegaciones relacionadas con la sostenibilidad es voluntaria, los costes sólo se desencadenarán por la «elección de los operadores de poner tales alegaciones en sus productos alimentarios», concluye la evaluación.

En cuanto a la contratación pública sostenible, la opción de aplicar «requisitos generales y específicos obligatorios» con criterios mínimos obligatorios «emerge claramente como la preferida».

«El requisito general obligatorio de adquirir de forma sostenible creará más demanda en el mercado o alimentos producidos de forma sostenible, y por lo tanto proporcionará oportunidades de negocio e incentivos para los operadores que vayan más allá de los requisitos mínimos en términos de sostenibilidad», reza la evaluación.

Sin embargo, señala que, dado el posible impacto en la disponibilidad y el precio de los alimentos y los servicios alimentarios, así como en los hábitos de los consumidores, «no será apropiado imponer todos los criterios al mismo tiempo y al mismo nivel».

La evaluación de impacto sugiere establecer «criterios apropiados y flexibilidad sobre su aplicación», ya que los Estados miembros «también pueden tener puntos de vista y prioridades diferentes y aún podrían producirse posibles compensaciones, por ejemplo, el desperdicio de alimentos o el uso de la tierra y el agua».

Por ello, la evaluación concluye que los criterios pueden introducirse «paso a paso y ajustarse» para que los mercados alimentarios y los proveedores de servicios alimentarios puedan «adaptarse gradualmente a la situación».

También sostiene que los aumentos de precios debidos a la adquisición de productos alimentarios más sostenibles pueden limitarse o posiblemente evitarse mediante la introducción de criterios que reduzcan los costes, como cadenas de suministro cortas, reducción del desperdicio de alimentos, más alimentos de origen vegetal y porciones adaptadas.

Mientras tanto, también se espera que el etiquetado facilite una contratación pública más ecológica, ya que las credenciales ecológicas de los productos podrían ser «evaluadas más fácilmente por los compradores».

La noticia llega en pleno debate sobre el etiquetado nutricional armonizado en toda la UE.

Inicialmente prevista para finales de 2022, la decisión sobre un etiquetado nutricional armonizado para toda la UE en la parte frontal del envase se ha retrasado hasta 2023, y avanzar en el controvertido expediente será una prioridad clave de la Presidencia sueca, según su programa.

Sin embargo, la evaluación de impacto es imprecisa en otras grandes cuestiones, incluidas las espinosas cuestiones de la gobernanza.

Aunque reconoce la importancia de un marco horizontal para evitar incoherencias entre los distintos enfoques nacionales y la necesidad de abordar los desequilibrios de poder en el sistema alimentario, no da ideas concretas sobre cómo hacerlo.

«Las herramientas de gobernanza también estarían previstas en el FSFS para permitir la acción a nivel nacional y local», sin especificar más dichas herramientas.