El Sumario – Por qué Suecia no tendrá un gobierno de extrema derecha

El miércoles por la noche se desató una tormenta política al conocerse los resultados de las elecciones suecas. Confirmaron los temores de muchos suecos y los comentaristas políticos europeos: con un 20,1%, los Demócratas de Suecia, de extrema derecha, se convirtieron en la segunda fuerza política del reino, a un paso de entrar en su primer gobierno.

Las encuestas apenas podían estar más cerca, ganando por poco una coalición de derechas compuesta por los Moderados, los Liberales, los Demócratas Cristianos y, por primera vez, los nacionalistas Demócratas Suecos.

Gracias a esta alianza tan denostada, anunciada por el líder de los Moderados, Ulf Kristersson, en 2021, el bloque de derechas obtuvo 176 escaños frente a los 173 del bloque de centro-izquierda liderado por los socialdemócratas. Pero por primera vez desde 1979, los Moderados ya no son los principales partidos de derecha.

Heredero de un grupo neonazi fundado en 1988, el partido de extrema derecha Demócratas de Suecia se ha ido convirtiendo poco a poco en algo habitual en el panorama político sueco, entrando en el parlamento en 2010 con un 5,7% y ganando en cada elección posterior, con el telón de fondo de la elevada inmigración y los problemas de las bandas criminales en Suecia.

Pero el día en que la Suecia orgullosamente progresista y democrática sea gobernada por un partido de extrema derecha xenófobo y que niega el cambio climático no ha llegado todavía. He aquí por qué.

En Suecia, es habitual que el líder del partido más grande del bloque principal sea el encargado de formar gobierno. La tarea, teóricamente, debería recaer en el líder del SD, Jimmie Åkesson.

Pero es un escenario que no se va a dar. Los miembros del SD saben que los liberales, los democristianos e incluso los moderados que les tendieron la mano durante la campaña se han puesto de acuerdo para formar un gobierno sin SD.

Por lo tanto, lo más probable es que el líder de los moderados, Ulf Kristersson, sea el próximo primer ministro de Suecia. No podía ser de otra manera.

En primer lugar, por razones de credibilidad.

Los moderados han pagado un alto precio por su asociación con la extrema derecha y, sobre todo, por las incoherencias de su líder a lo largo de los años. Por ejemplo, Kristersson, antaño un liberal moderado que declaraba que la inmigración era «fundamentalmente algo positivo», dijo en julio del año pasado que ahora era una «carga».

Estas señales contradictorias e incoherentes debilitaron al líder moderado, cuyo partido perdió el apoyo de sus votantes más progresistas a favor del partido de centro, los liberales, e incluso del otro lado del pasillo, a favor de los socialdemócratas. En Estocolmo, el partido registró sus peores resultados en 52 años, en beneficio de los socialdemócratas en el gobierno.

Cambiar de rumbo ahora y ofrecer puestos ministeriales a los miembros del SD sería la gota que colma el vaso. Los moderados parecerían completamente poco fiables, sellando su destino en las próximas elecciones antes de que se asiente el polvo de las encuestas actuales.

En segundo lugar, los liberales no permitirían tal movimiento.

Con un 4,6%, los liberales son el partido más pequeño del Riksdag sueco y uno de los principales retos de su líder, Johan Pehrson, era no bajar del umbral del 4% necesario para seguir en el Parlamento.

A los liberales les ha resultado difícil aceptar una alianza incómoda y poco natural con la extrema derecha, y el partido también sufrió en las urnas. El partido perdió casi una cuarta parte de sus escaños en el Parlamento, ya que muchos de sus votantes se cambiaron al partido liberal de Centro, convenientemente montado junto a la izquierda.

Si los moderados rompieran sus promesas y dejaran entrar al SD en su gobierno, los liberales podrían muy bien apoyar una administración de izquierdas dirigida por los socialdemócratas, que podrían hacer buen uso de sus 16 escaños para asegurarse una mayoría más cómoda.

Por lo tanto, los Demócratas de Suecia, de extrema derecha, seguirán siendo un partido de apoyo que votará en función de los acuerdos políticos que se decidan ahora en las conversaciones de coalición en curso. Serán cruciales para la supervivencia del gobierno mientras permanezcan oficialmente fuera de él.

Sin embargo, sea cual sea el gobierno libre de extrema derecha que los moderados sean capaces de formar cuando los diputados recién elegidos se reúnan por primera vez el 27 de septiembre, gobernar el país será un complejo acto de equilibrio entre una extrema derecha sólidamente asentada en su recién encontrada legitimidad y los diputados liberales clave, cuya brújula moral podría inclinar el país en una u otra dirección.

Será una prueba para Suecia, donde nunca se ha experimentado una configuración semejante.

¿Tendrán éxito los demócratas suecos en su¿se esforzarán por gobernar y engullir el voto moderado? ¿O caerán presos de su falta de experiencia de gobierno, relegando al partido a una vida detrás de un impenetrable cordón sanitario?


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