El impuesto europeo sobre el carbono reaviva el debate sobre la descarbonización de los fertilizantes

La inclusión de los fertilizantes en la histórica tasa fronteriza del carbono de la UE levantó ampollas entre las partes interesadas del sector agroalimentario, que temen más costes para los agricultores y socavar el potencial del sector en la transición ecológica.

Tras semanas de intensas negociaciones bajo la Presidencia checa de la UE, los legisladores han alcanzado acuerdos decisivos sobre una serie de expedientes clave dentro del paquete «Fit for 55», incluidos los elementos finales del acuerdo sobre el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono (CBAM).

El acuerdo, alcanzado el 13 de diciembre, allanará el camino para que Europa establezca la primera tasa del mundo sobre los bienes intensivos en carbono que entren en su mercado.

El mecanismo de ajuste de las emisiones de carbono en la frontera de la UE se aplicará a los competidores extranjeros a menos que apliquen medidas comparables para reducir las emisiones en las industrias cubiertas por la tasa.

Sin embargo, el acuerdo final ha sido criticado por las partes interesadas del sector agroalimentario de la UE, que criticaron la decisión de incluir los fertilizantes.

«Esta inclusión hará que el precio se dispare aún más, aumentando el coste de la producción agrícola en Europa, al tiempo que hará más competitivo y atractivo el uso de alimentos importados», reza una declaración de la asociación de agricultores de la UE COPA-COGECA.

Para la asociación, esta «doble penalización» para los agricultores sería «insoportable», teniendo en cuenta el precio actual y previsiblemente creciente de los fertilizantes, ya en máximos históricos gracias a la invasión rusa de Ucrania.

La guerra ha desencadenado una crisis mundial de fertilizantes minerales, que ha golpeado duramente a la UE. El aumento de los costes de la energía, combinado con las sanciones que restringen la importación de fertilizantes clave de Bielorrusia, ha disparado el precio de los fertilizantes hasta un 149% en septiembre de 2022.

Asimismo, el grupo de presión de fertilizantes de la UE Fertilizers Europe criticó el resultado de la CBAM, sosteniendo que la UE «se quedó corta a la hora de establecer un marco coherente de descarbonización adecuado para el futuro».

La asociación comercial criticó especialmente el hecho de que, aunque existe una cláusula de revisión sobre posibles soluciones de exportación en 2025-2026, no se incluyó ninguna solución de exportación en el compromiso final.

«Dado que las decisiones de inversión verde se tomarán en un futuro inmediato para cumplir el plazo climático de 2030, una eventual revisión será demasiado tarde para garantizar que la industria -atraída con subvenciones extranjeras a la producción verde en el extranjero- permanezca en la UE», advirtió, subrayando que este enfoque «agrava aún más la ya difícil posición competitiva» del sector.

Por ello, Fertilizers Europe advierte de que el instrumento final CBAM «seguramente eliminará las exportaciones de bajo carbono de la UE en los mercados mundiales».

El papel de los fertilizantes en la transición verde

El acuerdo CBAM arroja nueva luz sobre los intentos de acelerar la descarbonización del sector agroalimentario al tiempo que se garantiza la seguridad alimentaria mundial.

Pero la Comisión parece apostar por el papel que podría tener la producción de fertilizantes para liderar la transición gracias al hidrógeno y, en particular, al amoníaco verde.

El amoníaco, componente básico de los fertilizantes, se ha utilizado en el proceso de producción como forma de devolver el nitrógeno al suelo. Sin embargo, su molécula contiene hidrógeno y nitrógeno (NH3) y se descompone, cuando se utiliza, en sólo agua y nitrógeno.

Esto confiere al amoníaco un enorme potencial para almacenar y transportar la energía limpia por excelencia, es decir, el hidrógeno.

Hoy en día, el hidrógeno se obtiene principalmente a partir del amoníaco en un proceso de división llamado reformado de metano con vapor (SMR), que requiere el uso de gas natural. Sin embargo, el gas puede sustituirse por electricidad renovable en el proceso, en lo que se denomina amoníaco verde.

La estrategia sobre fertilizantes de la Comisión, presentada recientemente, apoyaba «el aumento de la producción de amoniaco verde», con algunas «acciones de acompañamiento clave» que se llevarán a cabo en los próximos años para impulsar la producción de amoniaco verde.

«Debemos aprovechar la oportunidad de ampliar la producción de amoníaco verde, producido con energías renovables», dijo el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, al presentar la estrategia.

Señales contradictorias

El ambicioso plan RePowerEU para reducir la dependencia de la UE del gas natural pedía a los Estados miembros que aumentaran el uso de hidrógeno renovable en Europa hasta 20 millones de toneladas en 2030, de las cuales unos 4 millones en forma de amoniaco, considerado una alternativa esencial al hidrógeno licuado para el comercio internacional.

Con una cuota del 53%, la industria del amoniaco es hoy el mayor productor y usuario de hidrógeno a escala mundial. Y el sector de los fertilizantes, a su vez, produce y consume 3,1 millones de toneladas de hidrógeno, convirtiéndose encrucial para ayudar a aumentar la energía limpia.

A informe reciente elaborado por la consultora neerlandesa CE Delft sugiere que la sustitución de la producción de amoníaco a partir de gas natural en la industria de fertilizantes ayudará a alcanzar los objetivos nacionales neerlandeses fijados por la UE en la última revisión de la directiva sobre energías renovables.

Por este potencial, el acuerdo final CBAM fue percibido como contraintuitivo por el sector de los fertilizantes.

«Los responsables políticos de la UE perdieron la oportunidad de establecer un marco favorable a las inversiones verdes que se equiparara al apoyo a la industria que prestan otras economías mundiales», comentó Jacob Hansen, director general de Fertilizers Europe.

La asociación de Hansen subrayó en un comunicado que «el Green Deal como nueva estrategia de crecimiento para Europa sólo puede considerarse una historia de éxito si la industria nacional forma parte de la transformación verde y su competitividad global permanece intacta.»