Europa no puede ir sonámbula hacia otra crisis

El éxito de Rusia en vender a Europa una fachada de fiabilidad como socio energético desempeñó un papel sustancial en las dificultades económicas de la UE que siguieron a la decisión del Kremlin de invadir Ucrania; el continente debe preparar contingencias para nuevas crisis, como un conflicto entre China y Taiwán, escribe Patrik Szicherle.

Patrik Szicherle es investigador del Centro GLOBSEC para la Democracia y la Resiliencia.

A pesar de las preocupaciones sobre la capacidad de los Estados miembros de la UE para sobrevivir al invierno de 2022/2023, UE miembros van mejor de lo esperado. Los precios de la energía siguen siendo más altos que durante su reciente nadir en el días de COVID, pero los costes del gas son una fracción del máximo alcanzado en agosto de TTF holandés.

No obstante, es difícil negar que numerosos líderes europeos entraron en la crisis iniciada por la invasión rusa de Ucrania con la guardia baja, totalmente dependientes de Rusia para las necesidades energéticas de sus respectivos países.

Aunque se han hecho esfuerzos para desvincular a la UE de Rusia, sólo han tenido éxito en el caso de los gasoductos: Las importaciones rusas de gas natural licuado (GNL) aumentaron en 2022. Esto mantiene vulnerable a la UE, entregando un arma al Kremlin.

China representa un desafío diferente para Europa. El PCCh [Chinese Communist Party] está hablando cada vez más frecuentemente sobre el uso de la fuerza para “reunificar” el continente con Taiwán.

China envió al menos 1.727 aviones a zona de defensa aérea de Taiwán en 2022, según datos publicados por el Ministerio de Defensa de este último país; el doble que en 2021 y más de cuatro veces más que en 2020. La Unión Europea no está más equipada para hacer frente a una improbable o -al menos- actualmente lejana invasión china de Taiwán de lo que lo estaba para el ataque de Rusia a Ucrania.

China es la mayor fuente de importaciones y los primeros días de la pandemia de COVID ya mostraron lo que significa depender excesivamente de una única fuente de importación de productos clave, como equipos médicos.

Mientras se realizan esfuerzos para alentar a las empresas a devolver algunas capacidades de fabricación al territorio de la UE, las empresas alemanas siguen invirtiendo en China en determinados sectores. Según un estudio del Grupo Rhodium, las empresas alemanas son las más dispuestas a invertir en China en función del valor anual de las transacciones de inversión extranjera directa (IED): las empresas del país son responsables de más del 30 % de la IED europea desde 2011 (con la única excepción de 2015).

Junto con Países Bajos, Reino Unido y Francia, cubrieron el 87% del valor total de la inversión de media entre 2018-2021, 18 puntos porcentuales más que la media de los 10 años anteriores (69%). Esto indica que la dependencia del mercado chino, cuyo acceso está controlado casi en su totalidad por el PCCh, no hace más que crecer.

También se han realizado esfuerzos para restringir la capacidad de China de invertir en sectores europeos críticos, como el de sus Estados miembros. redes 5GSin embargo, una cautela similar no prevalece en otros lugares. En octubre de 2022, el Gobierno alemán dio a el luz verde para que la empresa estatal china COSCO compre una participación del 24,9% en una instalación de contenedores en el puerto de Hamburgo, mientras que Aeropuerto de Estrasburgo – utilizado con frecuencia por los eurodiputados- firmó un acuerdo para comprar equipos de escaneado de fabricación china.

China también depende cada vez más de Europa, pero no hay que subestimar la resistencia de los regímenes autoritarios; principalmente su capacidad para sobrevivir a grandes sacudidas mediante la propaganda y la supresión total de la disidencia.

El nuevo estudio de GLOBSEC sobre los esfuerzos extranjeros de influencia maligna destaca que los regímenes autoritarios utilizan una combinación de métodos para debilitar la capacidad de sus adversarios de repeler sus acciones hostiles. Una de las vías clave para que las potencias hostiles logren sus objetivos es crear dependencia. Rusia, por ejemplo, tuvo mucho éxito vendiendo a Europa una fachada de socio comercial fiable en el sector energético, respaldada por precios favorables y ofertas de puestos de alto nivel para “amigos” en empresas energéticas conjuntas.

En consecuencia, Alemania, Hungría y muchos otros países basaron sus estrategias energéticas en el gas ruso barato. El acto de relaciones públicas del Kremlin y la credulidad de algunos miembros de la UE desempeñaron así un papel sustancial en las penurias que los europeos tuvieron que soportar después de febrero de 2022.

La credulidadde algunos líderes europeos es aún más preocupante porque algunos Estados ya tenían experiencia en poner en duda las intenciones del Kremlin: Después de experiencias históricas con Rusia utilizando la dependencia del gas del país como un arma, Lituania construyó una terminal flotante de GNL frente a sus costas a principios de la década de 2010 para ofrecer una competencia muy necesaria a Gazprom y evitar que abusara de su dominio del mercado.

La terminal flotante “Independence” se puso en marcha en 2014, obligando a la parte rusa a bajar los precios en una quinta parte. Este ejemplo no fue escuchado a tiempo por los pares del país, sólo después de la invasión rusa: El canciller alemán Olaf Scholz inauguró la primera terminal flotante de GNL de su país en diciembre de 2022.

Existe un precedente muy reciente que advierte a los Estados miembros de la UE del peligro de depender demasiado de regímenes autoritarios. Por lo tanto, es extremadamente importante que la UE refuerce sus medidas destinadas a animar a las empresas europeas a devolver capacidades de fabricación al territorio de la UE, especialmente en sectores estratégicos.

Del mismo modo, deben redoblarse los esfuerzos para limitar las inversiones chinas en sectores estratégicos e infraestructuras en Europa. En consecuencia, las instituciones de la Unión deben poner en marcha un mecanismo sólido y obligatorio de control de la IED en lugar de su enfoque actual, en gran medida voluntario.

Por último, la lección clave para las instituciones de la UE, los Estados miembros y las empresas individuales es planificar mejor y adaptarse a escenarios incómodos para que, cuando llegue la próxima crisis que afecte a los valores y principios democráticos, la UE no vaya sonámbula hacia ella.