Es hora de revertir la inacción y devolver la vida al océano

2022 es un año importante, ya que la UE va a introducir una nueva ley de restauración de la naturaleza. Se trata de un momento decisivo para la adopción de medidas significativas en materia de clima y biodiversidad, escribe Odran Corcoran.

Odran Corcoran es el responsable de política marina de la Oficina de Política Europea de WWF.

En 55% del PIB mundial, o 36,7 billones de euros, depende de una biodiversidad y unos servicios ecosistémicos que funcionen bien, es decir, de un medio ambiente sano. Sin embargo, una quinta parte de todos los países se encuentra actualmente en riesgo de colapso de los ecosistemas a un nivel u otro.

En el caso de nuestro océano, los impactos acumulados del cambio climático, la contaminación, la sobrepesca y la explotación insostenible de los recursos naturales tanto terrestres como marinos han degradado los ecosistemas a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad.

En el mar Mediterráneo, las especies de pastos marinos, que pueden almacenar hasta el doble de carbono que los bosques templados y tropicales del mundo, podrían ser extinguidas a finales de siglo.

Mientras tanto, las poblaciones de mamíferos terrestres y marinos del Mediterráneo (por ejemplo, la foca monje del Mediterráneo, el gran tiburón martillo) han disminuido en 41% en comparación con los niveles de 1950, con más de 30 especies proyectadas se extinguirán a finales de siglo.

Las especies nativas de moluscos (mejillones, caracoles de mar, pulpos, etc.) ya han colapsado en casi un 90% sólo en el Mediterráneo oriental. En las aguas europeas del Océano Atlántico Nororiental, hasta el 41% de los tiburones y rayas son catalogados como amenazados por la UICN.

En el Océano Ártico noruego, el Gran Mar del Norte y el Mar Céltico, se ha producido un descenso del 20%. en las poblaciones de aves marinas en los últimos 25 años. En regiones como el Báltico occidental, poblaciones enteras de peces como el bacalao han colapsado. La lista continúa.

La falta de liderazgo, la negativa de los gobiernos a prestar atención a las pruebas científicas y la priorización de los beneficios a corto plazo sobre la salud de los mares nos han traído hasta aquí. Para doblar la curva de pérdida de la naturaleza y evitar un cambio climático catastrófico, se necesitan cambios radicales.

La ley de restauración de la naturaleza de la UE, que se publicará en marzo, puede ser una de las leyes más importantes y eficaces de los últimos años.

Con el desarrollo de esta ley, la UE tiene una oportunidad extraordinaria para revertir el declive medioambiental y, al menos parcialmente, remediar el impacto a largo plazo que la inacción tendrá en las generaciones futuras.

Puede parecer que ya hemos estado aquí antes: ya hemos sido testigos del fracaso de la UE a la hora de alcanzar los objetivos de 2020 de restaurar el 15% de las zonas degradadas en su anterior Estrategia de Biodiversidad y de lograr buen estado medioambiental de los mares de la UE. Entonces, ¿qué tiene de diferente esta ley? ¿Cómo nos aseguramos de que esta vez las cosas funcionen realmente?

La legislación debe dar prioridad a la restauración activa y pasiva de la naturaleza como elementos clave: La restauración activa implica la intervención humana para ayudar a recuperar especies y ecosistemas cuyo estado se ha deteriorado, o para recuperar los que ya hemos perdido.

La restauración pasiva, por su parte, aparta zonas de la naturaleza, como los lugares de la red Natura 2000 y otras áreas marinas protegidas, para salvaguardarlas de las presiones y permitir que los ecosistemas se recuperen mediante procesos naturales.

Los beneficios ecológicos y socioeconómicos de ambos tipos de proyectos de restauración son irrefutables: una zona de 200 hectáreas de marismas restauradas a lo largo de la costa alemana del Mar del Norte bloquea ahora más de 5.000 toneladas de dióxido de carbono en el suelo cada año y es un punto caliente para las aves acuáticas.

La vida marina en el Reserva marina de las Islas Medas frente a la costa oriental española, la vida marina se recuperó con tanto éxito que, sólo ocho años después de la creación de la reserva, los beneficios anuales totales de la pesca y el turismo en la zona eran 13 veces superiores a los anteriores.

Una ley de restauración de la naturaleza eficaz en la UE reproducirá estas historias a gran escala. Para ello, son imprescindibles acciones concretas y una legislación de conservación.

La Comisión Europea debe garantizar que esta nueva ley impulsa la restauración a la escala necesaria para hacer frente tanto a la pérdida de naturaleza como al cambio climático mediante objetivos firmes y aplicables.

De este modo, evitaremos que se repitan los fracasos anteriores de los gobiernos de la UE en la restauración de la naturaleza cuando la acción era sólo voluntaria. Los eurodiputados y el Consejo deben apoyar la ley de restauración y garantizarque el nivel de ambición de la propuesta de la Comisión Europea se refuerce cuando sea necesario, y no se diluya.

Un objetivo fundamental por el que aboga WWF en la ley es la restauración satisfactoria de al menos el 15% de la superficie marina de la UE para 2030.

La protección estricta y la restauración pasiva son fundamentales para que los ecosistemas marinos se recuperen. Es igualmente crucial que las zonas restauradas estén protegidas para garantizar que no se vuelvan a degradar después.

Este enfoque combinado de restauración y protección contribuirá al objetivo de biodiversidad de la UE para 2030 de reservar al menos un 30% de las zonas marinas y costeras para su protección, con un tercio de ellas estrictamente protegidas.

Los científicos advierten de una inminente catástrofe medioambiental debido a las presiones antropogénicas y al cambio climático. Lo que ocurra en esta década determinará si cambiamos de rumbo.

La UE y sus Estados miembros deben tomar la iniciativa si queremos cambiar activamente el rumbo de las crisis a las que nos enfrentamos.