El jefe del sistema de hospitales de París ha desencadenado un intenso debate al cuestionar si las personas que se niegan a vacunarse contra el COVID-19 deben seguir recibiendo tratamiento cubierto por el seguro de salud público.
En el marco del sistema sanitario universal de Francia, todos los pacientes con COVID-19 que acaban en cuidados intensivos están totalmente cubiertos por su tratamiento, que cuesta unos 3.000 euros al día y suele durar entre una semana y 10 días.
“Cuando se dispone de medicamentos gratuitos y eficaces, ¿hay que poder renunciar a ellos sin consecuencias… mientras nosotros luchamos por atender a otros pacientes?” dijo el miércoles (26 de enero) el jefe del sistema de hospitales AP-HP de París, Martin Hirsch, en la televisión francesa.
Hirsch dijo que planteaba la cuestión porque los costes sanitarios se están disparando y que el comportamiento irresponsable de algunos no debe poner en peligro la disponibilidad del sistema para todos los demás.
Varios profesionales de la sanidad francesa rechazaron su propuesta, los políticos de extrema derecha pidieron el despido de Hirsch y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que preside el consejo de administración de la AP-HP y es la candidata socialista a las elecciones presidenciales de abril, manifestó su desacuerdo con su propuesta.
Un hashtag que pide la destitución de Hirsch fue tendencia en Twitter en Francia.
El ministro de Sanidad, Olivier Veran, no se ha pronunciado sobre el llamamiento de Hirsch, pero Olga Givernet, diputada del partido LREM del presidente Emmanuel Macron, dijo el jueves en BFM TV que “no se podía ignorar la cuestión planteada por la comunidad médica”.
Un sondeo del IFOP de mediados de enero mostraba que el 51% de los franceses consideraba justificado que las personas no vacunadas que acabaran en cuidados intensivos pagaran una parte o la totalidad de la factura del hospital.
El legislador conservador de Les Républicains, Sebastien Huyghe -cuyo proyecto de ley para que los no vacunados paguen una parte de sus gastos médicos fue rechazado por el Parlamento- dijo que la idea no era rechazar a los no vacunados de las salas de cuidados intensivos, sino hacerles pagar una contribución mínima para el coste de sus cuidados.
La propuesta sería similar a la de Singapur, una ciudad-estado con una de las tasas de inoculación de COVID-19 más altas del mundo, donde las personas que rechazan las vacunas deben pagar su tratamiento médico.
La factura media de los pacientes con COVID-19 que requieren cuidados intensivos es de unos 25.000 dólares singapurenses (18.483 dólares), según el Ministerio de Sanidad de Singapur.