Dos años antes de la querida comedia familiar Full House comenzara a emitirse en ABC, Bob Saget apareció en la serie de HBO The Ninth Annual Young Comedians Special. Aunque su papel de Danny Tanner -ese padre cariñoso y estricto de tres niñas pequeñas- acabaría definiendo su carrera como actor, su espectáculo de monólogos mostraba un lado mucho más descarnado.
Hablando de su vida en California, Saget dijo con una sonrisa: “Tengo miedo de que haya un gran terremoto y me haga una vasectomía en ese momento… Era un 7,3, pero ahora es un 4,1”. Las líneas sucias de Saget no podían estar más lejos de la persona de Tanner, o de su posterior papel como presentador de America’s Funniest Home Videos, un programa que solía coser clips de golpes involuntarios en la entrepierna. Inspirado por leyendas de la libertad de expresión como Lenny Bruce, Richard Pryor y George Carlin, Saget solía trabajar en azul, llenando sus platós de insinuaciones sucias e ingenio rabelesiano. Sin embargo, esas dos facetas de Saget, fallecido ayer a los 65 años, eran las que le hacían tan convincente. Muchos artistas han jugado en contra del tipo o han eludido los papeles que les hicieron famosos, pero Saget era una lección de auténtica complejidad. “Eres un buen tipo”, le dijo una vez Conan O’Brien. “Pero tu mente va a veces a lugares sucios”.
La dicotomía de Saget quizás incluso le ayudó a conseguir el papel de Tanner. Full HouseEl creador de Full House, Jeff Franklin, se hizo amigo de Saget cuando el cómico en ciernes calentó al público del estudio para la efímera serie de los años 80. Bosom Buddies. Franklin conocía el estilo cómico de Saget, pero también vio algo universal en él. Saget era un “hombre común”, según Franklin. Era uno de los tipos a los que el público podía “arraigar”.
Ya sea que lo conozcas antes o despuésFull Housela dualidad de Saget era a veces desconcertante. ¿Cómo es posible que el padre que ayudaba a sus hijas a resolver sus dudas sobre la imagen corporal y los novios sea también el cómico que bromea con copular con una cabra? Saget se mantenía limpio para los jóvenes actores con los que trabajaba en Full House. Pero en algunos momentos su personalidad de monologuista asomó, como cuando un burro se excitó accidentalmente durante la grabación, y siguió llamando al animal “molinillo de pimienta” -refiriéndose a su erección- delante de todo el reparto, con niños y todo.
Saget calificó este rasgo como su “estulticia enfermiza”. En su autobiografía de 2014, Dirty Daddy: Las crónicas de un hombre de familia convertido en comediante asqueroso, escribió: “Nunca lo hago para escandalizar a nadie, aunque la gente a veces me ha considerado un cómico de choque… No es algo de lo que esté orgulloso. Pero tampoco me avergüenzo de ello. Es más bien una desventaja. O, según se mire, un don”.
Encontrar la gracia no fue sólo una opción profesional para Saget; fue una necesidad. Atribuye a su humor negro el haberle ayudado a sobrevivir a la pérdida de varios miembros de su familia: Una hermana, Andrea, murió de un aneurisma cerebral en 1985 y otra, Gay, murió de esclerodermia en 1994. Hubo muchos más. “He perdido a mucha gente, y a lo largo de mi infancia -casi cada dos años- alguien de mi familia murió a una edad anormalmente temprana”, escribió Saget en Dirty Daddy. La tragedia forma regularmente -casi de forma estereotipada- gran parte de la comedia, y Saget conocía bien ambas.
Saget encarnaba las contradicciones. Sin embargo, a través de ellas, fue quizás la figura paterna consumada del entretenimiento. Muchos niños crecen entendiendo a sus padres desde una sola perspectiva, sólo para darse cuenta, con el tiempo, de que los padres y las madres tienen deseos, necesidades e incluso personalidades fuera de las restricciones esperadas. Saget nos recordó que los seres humanos son mucho más que un solo guión. Hacemos -y podemos y debemos- desempeñar todo tipo de papeles.